Ésta parece ser la “máxima” de algunos dirigentes políticos que están al frente de gobiernos locales o en cargos electivos. Un gran error que se suele pagar caro al momento de enfrentar una campaña electoral.
Retomando la famosa frase de Descartes: “pienso, luego existo”, que se transformó en una premisa del pensamiento racionalista de la Modernidad, podríamos decir que muchos gobiernos locales la reinterpretan al estilo “hago, luego comunico”. Nada más equivocado. Como si hubiera un tiempo del “hacer” y uno distinto del “contar”: hago durante la gestión, cuento lo que hice durante la campaña electoral.
Resulta que esta premisa no funciona en la comunicación política, y menos en la comunicación de gobierno, que requiere generar espacios permanentes de información al ciudadano sobre las políticas y acciones en marcha.
Esto es así, por un lado, porque es un deber democrático la transparencia y la publicidad de los actos de gobierno; no nos olvidemos que “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Entonces, brindar información pública es una obligación de los gobiernos y un derecho de los ciudadanos. Pero, además, es una necesidad de los gobiernos, para poder construir de manera adecuada la historia de lo que se propone hacer y cómo lo va haciendo. Construir e instalar el relato de la gestión lleva tiempo y no se resuelve en el escaso lapso de una campaña electoral.
En especial en comunidades pequeñas, se da por supuesto que los vecinos se enteran de todo lo que hace la Comuna, el Concejo Municipal o el Municipio y por eso se menosprecia la comunicación de la gestión. Después aparecen los dolores de cabeza, cuando los dirigentes se encuentran ante ciudadanos que no valoran las acciones de gobierno, porque las desconocen…
Ahora bien, tampoco se trata solamente de informar. En sociedades tan hiperconectadas, que sufren el fenómeno de la sobreinformación y donde la política está desprestigiada, lo que debe tenerse en cuenta también es la atención. Esto es, el interés de los ciudadanos por conocer, identificando las maneras adecuadas y los momentos oportunos para generar esa comunicación.
Además, hay otro condimento. No existe un sólo emisor que comunica, ya que la arena pública democrática se caracteriza precisamente por la disputa entre diferentes actores (políticos, sociales, mediáticos) que discuten sobre lo que sucede en una comunidad y especialmente sobre el sentido de lo que se hace o debería hacer en una ciudad.
Resulta que el tema es bien complejo y, por esa misma razón, no puede dejarse de lado y mucho menos pensar que puede ser abordado de manera informal. Es necesario contar con profesionales que puedan organizar y llevar adelante este complejo proceso de la comunicación pública. Es necesario que se diseñen políticas de comunicación en un gobierno.
Por eso, resulta más pertinente recordar otra frase que circula en el campo de la comunicación política: “Gobernar no es comunicar, pero no se puede gobernar sin comunicar”. A lo que agregaría: siempre se comunica, aunque uno no sea consciente de ello. El punto está en hacerlo de manera ordenada, planificada y con objetivos claros, para no tener sorpresas al final del camino.
Lic. ANDREA VALSAGNA