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Detrás de un Plan Marshall versión siglo 21

Tanto el presidente de México como su par español resucitaron en sendos discursos el viejo plan de recuperación de la Europa de Postguerra. Pero los tiempos cambiaron.

Su nombre oficial fue European Recovery Program, pero tomó como nombre el del Secretario de Estado que lo diseñó: el Plan Marshall fue un programa mediante el que Estados Unidos trató de facilitar la reconstrucción y recuperación de Europa tras la II Guerra Mundial. ¿Es posible pensar en la aplicación de una versión siglo 21 para la recuperar la economía post-pandemia?

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez alertó a las naciones de la Unión Europea que fracasarán como comunidad si no se toman medidas contundentes para hacer frente a la pandemia del coronavirus.

“Europa debe poner en pie una economía de guerra y promover la resistencia, la reconstrucción y la recuperación europea. Tiene que hacerlo cuanto antes con medidas que respalden el endeudamiento público que estamos asumiendo muchos Estados. Y tendrá que hacerlo después, una vez superada la emergencia sanitaria, para reconstruir las economías del continente movilizando gran cantidad de recursos a través de un plan que hemos llamado nuevo plan Marshall y que habrá de contar con el respaldo de todas las instituciones comunes”, indicó el mandatario ibérico en un artículo publicado en más de una decena de diarios europeos, en diferentes idiomas.

De este lado del mundo, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, propuso también una estrategia en el mismo sentido: “se requiere un plan de apoyo a los países en vías de desarrollo, las economías emergentes y sobre todo para los países pobres, se requiere una especie de Plan Marshall«.

Pero la realidad de aquellos tiempos no se asemeja a nuestro presente. En las puertas de la Guerra Fría esa decisión tenía por un lado. un interés político manfiesto: frenar la expansión del comunismo de influencia soviética; por otro, apoyar a la industria y empresas norteamericanas en su intento de exportar sus productos al Viejo Continente.

Pero siendo hoy una de las economías más fuertes la que está siendo agredida por la pandemia y con un liderazgo como el de Trump que cuida el mercado interno por sobre lo que suceda fuera de sus fronteras, ¿cuál debería ser el actor que oficiara de “mecenas” saliendo al salvajate de los “pueblos libres”? Incluso aquel plan fue apoyado tanto por demócratas como por republicanos, una situación de coherencia política de la que no goza por estos días la potencia mundial del norte.

Una voz autorizada y respetada por los norteamericanos que también se pronunció sobre los intentos de resucitar el Plan Marshal ha sido la de su ex primer ministro Henry Kissinger. Para el veterano dirigente Estados Unidos está obligado a realizar un gran esfuerzo en tres dominios: apuntalar la resiliencia global a las enfermedades infecciosas, sanar las heridas de la economía mundial y por último, salvaguardar los principios del orden mundial liberal: “El desafío para los líderes es manejar la crisis mientras se construye el futuro. El fracaso podría incendiar el mundo”, advirtió.

En resumidas cuentas, el apoyo a la “reconstrucción” de Europa y el salvataje a América Latina para evitar que se profundice aún más la desigualdad, la situación de pobreza y la desestructuración social deberían suceder en simultáneo. Porque no parece tener más referentes que los organismos internacionales del crédito y el sistema financiero sobre el cual se apoyan y al que aportan las naciones.

En 1953 el Secretario de Estado de Estados Unidos recibió el Premio Nobel de la Paz por contribuir a la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial. Esperemos que la acción colectiva y el esfuerzo trasnacional sea quien se lleve los galardones para salvar de la miseria y la pandemia al mundo.

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