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Comunicar riesgos desde el gobierno local

Por Andrea Valsagna (*)

La pandemia puso un nuevo desafío a los gobiernos locales: ¿cómo contarle a sus comunidades en qué fase de la cuarentena está la ciudad y evitar la confusión impuesta por la lógica nacional, tanto mediática como gubernamental?

Este año será recordado como una bisagra en la historia mundial. La pandemia por coronavirus fue un fenómeno inesperado y de un impacto nunca antes visto: un extraño virus que apareció en una ciudad lejana y desconocida se volvió una experiencia cotidiana en forma casi inmediata en todos los países del mundo.

Las medidas restrictivas de diferentes actividades que se tomaron para prevenir la propagación del Covid19 (dispuestas por los gobiernos nacional y provinciales), generaron impacto directo en las comunidades. Los gobiernos locales, además de sumar competencias para colaborar con acciones de control e impulsar medidas de prevención, al ser el nivel del Estado más cercano a los vecinos, también tuvieron que responder consultas e inquietudes respecto de qué hacer durante la cuarentena.

Precisamente, como conocedores de su territorio y las vulnerabilidades de sus propios sistemas de salud (en algunos casos con muchas deficiencias tanto en la atención primaria como en la accesibilidad a los centros de salud de las ciudades más grandes), muchos municipios optaron por el cierre total de las ciudades de manera de evitar el contagio, y llegaron a cerrar caminos, construir muros e impedir el paso de personas ajenas a la comunidad. Nadie quería vivir en su ciudad las trágicas imágenes que se veían en Europa…

Sin embargo, una vez transcurridos los primeros meses que permitieron controlar los primeros brotes, reforzar el sistema de salud, capacitar a los actores que deberían intervenir ante la aparición de un caso y comprender un poco más de qué se trataba esta enfermedad, muchas ciudades comenzaron a habilitar actividades.

De golpe, nos encontramos con un panorama complejo: pueblos y ciudades sin casos pero que vivían atemorizados por los mensajes que llegaban desde el gobierno nacional y el gran Buenos Aires. Y al mismo tiempo, al no presentarse situaciones de contagio, comenzaba a volverse irracional seguir encerrados.

La concentración de la población y la agenda mediática en la capital del país y el conurbano boanerense se hizo evidente y dejó al desnudo las grandes diferencias con el interior. Sin embargo, el volumen comunicacional de los medios “nacionales” empezó a generar ruidos en las comunidades. A medida que cada provincia iba tomando sus propias decisiones y las ciudades adaptaban sus actividades a los nuevos protocolos, solo se amplió la confusión.

Ahí es donde aparece este nuevo desafío: poner en valor las formas de comunicación de cada gobierno local con sus propias comunidades, para poder transmitir de manera adecuada cuál es la realidad en la ciudad.

Para ello, es importante comprender cómo comunicar los riesgos a nivel local. En el momento de emergencia, se requiere una información precisa, oportuna y sistemática, que al mismo tiempo valide los lazos de confianza entre vecinos y gobiernos ante un escenario de incertidumbre. Pero luego, hay que sumar una comunicación pedagógica que explique el escenario de riesgo y que promueva una cultura de la prevención.

De hecho, ese debería haber sido el mensaje desde el inicio: tenemos que aprender a convivir con un nuevo riesgo y adoptar medidas de prevención, tanto los gobiernos como las instituciones, las empresas, las familias, la comunidad toda.

Porque no es sostenible un encierro indefinido, una suspensión total y permanente de las actividades. No sólo por razones económicas, sino sobre todo sociales y psicológicas. Somos seres sociales que necesitamos la vida activa en comunidad y por eso lo mejor es pensar de qué manera fortalecemos nuestras capacidades para evitar exponernos a situaciones de riesgo e incorporar nuevos hábitos para estar preparados ante la aparición de la enfermedad. Eso se llama construir resiliencia comunitaria.

Y ahí juega un rol clave tanto la comunicación como los propios gobiernos locales, al fortalecer el vínculo que construyan con sus propias comunidades.

 

(*) Ex secretaria de Desarrollo Estratégico y Resiliencia del Municipio de Santa Fe. Docente en Universidad Nacional del Litoral.

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